Epístola de Natividad de Met. Valentin de Suzdal y Vladimir

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Priest Siluan
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Epístola de Natividad de Met. Valentin de Suzdal y Vladimir

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Epístola de Natividad

De Su Eminencia Metropolita Valentín de Suzdal y Vladimir al Piadoso Rebaño de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Y el ángel les dijo: No temáis;
porque he aquí os doy nuevas de gran gozo,
que será para todo el pueblo.
Porque os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un Salvador,
que es Cristo el Señor. (Lucas. 2:10-11)

¡Muy Amados Hijos de la Iglesia de Dios!

¡La gloria a Dios en las alturas, Quién nos ha concedido, nuevamente, ver el bendito regocijo del gran día del Nacimiento de Cristo!

Sintiendo amor espiritual, cordialmente los saludo, queridos hijos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, en esta muy victoriosa y salvífica fiesta del la Natividad de Cristo.

Ahora, nuestros corazones están rebosantes del gran regocijo de la salvación, de total alegría por la encarnación del pre-eterno Hijo de Dios. El gran misterio de justicia ha sido cumplido; Dios se manifiesta en la carne, porque el Divino Cristo Niño ha nacido de la Virgen Maria.

El rico tesoro espiritual de la Santa Iglesia de Dios ha dado a nuestros fieles corazones, cuales están repletos de santa felicidad y exulta esperanza cristiana, sus ilustres himnos de Natividad, “Cielo y Tierra, conjuntamente, regocíjense proféticamente en este día…, ángeles y hombres triunfad en espíritu…, pastores predicad; y los Magos traigan sus regalos de Oriente a Belén. Daremos alabanzas a Él, ofrendadas con labios indignos, con este himno, “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.

Tal como una vez fue emanada la maldad desde el palacio del cruel e inhumano tirano Herodes, en cuya conciencia yacía la sangre de sus amados esposa, hijos, y parientes, de la misma manera, también ahora, en nuestros días, las malas obras fluyen desde el palacio de Herodes, hacia nuestra Iglesia Ortodoxa Rusa Autónoma, “¡Sectarios, fuera de Rusia! Sectarios, fuera de Suzdal!”

Los lujosos palacios del Patriarcado de Moscú, tal como el palacio del tirano de antiguo, arden en llamas de cólera e iniquidad. En lugar de encender una vela por la Natividad, ellos incendian los monasterios y hogares dónde viven los clérigos y monjes de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Ellos llenan las paredes de los templos de La Iglesia Ortodoxa Rusa Autónoma con vergonzosos “grafitis” y por consiguiente, conscientemente cometen la apostasía de Dios, burlándose de los mandamientos del Santo Evangelio y del Divino Niño recién nacido. Ellos extienden una mano de “amistad y amor,” solamente para poder, con otra mano, tomar al prójimo por la garganta. Ellos creen en el Divino Cristo Niño, pero luego ansían su sangre.

El 17 de mayo de este año, los jerarcas de la otrora gloriosa Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero, cual por más de 70 años preservo el impoluto oro de los dogmas ortodoxos, cruzó el umbral de un palacio semejante. Ella fue vista, alguna vez, con estima y esperanza por todo el mundo Ortodoxo.

Mientras la Iglesia en el Extranjero existió, el Patriarcado de Moscú se veía obligado a tenerla en cuenta. La existencia independiente de la Iglesia en el Extranjero servia como un freno para que el Patriarcado de Moscú no se deslice cuesta abajo en el abismo del pecado.

¿Pero qué han encontrado los jerarcas y los fieles del Metropolita Laurus? Hipocresía y astucia. Ellos creyeron que dos partes iguales de una Iglesia estaban firmando un Acta de Comunión Canónica, pero en la realidad, ellos firmaron un "Acta,” cual fue la absorción definitiva de la Iglesia en el Extranjero por parte del Patriarcado de Moscú, y su destrucción canónica, como resultado de esto la Iglesia en el Extranjero se convertido ahora en una organización enemiga de Dios.

Esto fue confirmado por el Arzobispo Evlogy, en su apelación a los creyentes de Suzdal, cuando dijo que la Iglesia en el Extranjero, finalmente tuvo el valor de retornar, en paz y amor, a la Iglesia Madre, y de esta manera, ha anunciado el dogma de tergiversación de la verdad para servir a las mentiras del mundo ateísta.

Decepcionados por la caída de la Iglesia en el Extranjero, no obstante, estábamos esperanzados de que Ella sería una fuerza vital, para frenar la caída del mundo en el sergianismo, modernismo y ecumenismo. Tristemente, en cambio, al parecer nuestras esperanzas fueron en vano.

El mundo ortodoxo se convulsionó al ver la inaudita oración ecuménica de Alexy II con los obispos católicos romanos de Francia que tuvo lugar recientemente en París. En Internet y en otros medios de comunicación, la crítica condeno activamente esta apostasía desvergonzada. Pero ni un solo obispo de la Iglesia en el Extranjero expreso siquiera una palabra en defensa de la Santa Fe. Por lo visto, ellos ya no son capaces de apreciar la gravedad de su caída, y la gravedad de la caída del Patriarcado de Moscú.

Los ex obispos de la Iglesia en el Extranjero se mantuvieron sin decir una palabra, nuevamente, el 13 de Noviembre, cuando el Metropolita Kirill, lleno de cinismo anti-ortodoxo, viajó a España para consagrar una iglesia del Patriarcado de Moscú en ese país, e invitó a un obispo católico.

Apenas ayer, la Iglesia en el Extranjero confesaba que el ecumenismo es una herejía. Pero hoy, por su silencio y por comulgar del mismo cáliz con los herejes, ella es totalmente participe en esta herejía. ¡Éstos son los tristes frutos de la apostasía!

Todos ellos, con su silencio, traicionaron al Señor. Sólo un obispo, Diomid de Chukotsky, ha denunciado las evidentes violaciones morales y canónicas del Patriarcado de Moscú. Por supuesto, todo el mundo ortodoxo comprende que el llamado de Obispo Diomid a sus compañeros jerarcas del Patriarcado de Moscú, son como una voz que clama en el desierto. Pero lo que para el mundo ortodoxo es incomprensible es el silencio criminal los jerarcas de la alguna vez gloriosa Iglesia Rusa en el Extranjero, quienes se han olvidado del terrible anatema del gran defensor de la Ortodoxia, el Santo Metropolita Philaret.

El siempre memorable Obispo Grigory (Grabbe) decía, “es preferible para nosotros permanecer solos, antes que ser conducidos a un pantano espiritual.”

Lo que es importante para nosotros no es buscar el acuerdo y la unidad con la mayoría herética de nuestros contemporáneos, sino con los Santos Padres que han brillado en tiempos pasados.

Celosamente debemos preservar la estabilidad canónica de nuestra Santa Iglesia, Quien con su propia vida confirma el anatema contra el ecumenismo, y rechaza el nuevo calendario y el Sergianismo. Que el Señor sea benevolente con nosotros para que podamos continuar este servicio, cual era llevado a cabo por la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero, la cual consistía de guardar la Fe Ortodoxa con las murallas de nuestra Iglesia salvadora.

¡Que el Divino Cristo Niño no permita que seamos indiferentes al destino de la Iglesia de Dios! Y nos mantenga alejados de todo orgullo, ambición, recuerdo de mal, contienda, divisiones, y calumnias, y nos conceda que el himno de Belén siempre resuene en nuestros corazones:

“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”
(Lucas 2:14)

Con amor en Cristo Jesus,

+Valentin
Metropolita de Suzdal y Vladimir
Primer Jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa

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