Epístola de Natividad de Arz. Tikhon 2011/2012

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Priest Siluan
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Epístola de Natividad de Arz. Tikhon 2011/2012

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Epístola de Natividad

De Su Eminencia Tikhon, Arzobispo de Omsk y Siberia.

Presidente del Sínodo Episcopal

de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa Rusa

¡Queridos en el Señor, Padre, Hermanos y Hermanas!

¡Cristo ha nacido, glorificadle!

En estos santos días, la Iglesia proclama a todo el universo, mediante el santo cántico angélico: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombre de buena voluntad”. Dichas palabras expresan la esencia espiritual de esta gran festividad universal, toda su significancia. Desde el comienzo del mundo no ha habido acontecimiento más asombroso que la Natividad de Cristo. Es una gran maravilla y un misterio, incomprensible, no sólo para los seres humanos sino también para las jerarquías más elevadas de las huestes angélicas ¿Para qué ha venido el Señor a la tierra? La respuesta sólo puede ser una - para salvar al hombre, para llevar a cabo, el único propósito de la Providencia Divina - la salvación de la humanidad, nada más. Pero esto que ha hecho el Señor por el hombre, demuestra que el hombre tiene alguna clase de valor especial, dado que fue realizado de una manera, por la cual, parecería imposible alcanzar la salvación.

¿Qué es el hombre? El hombre es imagen de Dios Invisible, quien posee en si mismo una "partícula" de la Divinidad. El hombre fue perfecto antes de su caída, y más aún - luego de su redención por el Señor, a tal punto, que santos de Dios, a quienes les han sido revelados los misterios celestiales, como por ejemplo, Macario de Egipto, quien dijo: "No hay nada más perfecto en la tierra o en el cielo, que el alma humana". El hombre ha sido destinado a la bienaventuranza eterna, pero por la envidia homicida del diablo, ha caído, ha traicionado a Dios, para pasarse voluntariamente al bando del calumniador – el diablo, al haber querido conocer no sólo lo bueno, que ya conocía en el paraíso, sino también lo malo, que no conocía. Y se ha apartado de Dios, se ha sometido a lo preanunciado por Dios: “ciertamente morirás”. Murieron las almas de Adán y Eva, sus entendimientos se han ensombrecido, sus voluntades se han corrompido, sus corazones se han endurecido, en vez de cuerpos celestes han recibido una carne burda, semejante a la de los animales irracionales. La tierra y ellos mismos han sido malditos por su culpa, y en ellos, toda su descendencia, todo el género humano fue condenado a la tristeza. Y luego, al proliferar la humanidad, más aun se ha ensombrecido el hombre, y a causa de ello, el oscuro pecado se acrecentó mas en el mundo.

Ahora, al encontrarnos todavía, bajo la impronta de los servicios de Natividad, hemos sido elevados, temporalmente, en los pensamientos de las cosas divinas y no hay en nosotros, ningún deseo de volver al mundo mezquino y malvado, que nos rodea por todas partes, donde todo ha sido creado con el fin de separarnos de Cristo.

Pero si este mundo que nos rodea y repele, es tan desagradable para nosotros ¿cuan más entonces, lo ha sido para Él, el Divino Cristo Niño, al venir a este mundo? De hecho, Él ha venido a este mismo mundo, en el cual, tal como lo hemos sabido, también se mentía y se robaba, se ejercía la violencia y se asesinaba. Y, tal como sabemos, unas pocas horas después de la Natividad del Divino Cristo Niño, el demente Herodes, con la esperanza de liberarse del Rey de Reyes, Él que ha sido anunciado por los profetas, cometerá la matanza de gran multitud de niños inocentes en Belén! Cuando Cristo vino, al mundo, todo era así de mezquino e inmoral, no había ningún preparativo para su venida. Y fue así, que los pastores, quienes se afanaban solo por las pequeñeces de la vida diaria, que conversaban de simples cosas cotidianas cerca de una hoguera, y que posiblemente, en esos instantes no pensaban, en absoluto, en Cosas Divinas, fueron los primeros en acudir a saludar a Dios en la tierra.

¿Cómo podría Él, no llorar en pañales y no lamentarse, no sentir dolor por su creación, que ha caído tan bajo? ¿Como podría Él, no exclamar posteriormente: “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?” ¿Qué irá a pasar con Él, después, en el huerto de Getsemaní, cuando lo mejor de lo mejor - sus discípulos – lo dejarán llorando solo por causa de su creación?

¿Y qué es, en este caso, su Amor, si sabiendo todo esto, si viendo con sus ojos omnividentes, toda mentira, toda mezquindad, toda la inmundicia moral del alma humana, ha aceptado su martirio en la Cruz por cada uno de nosotros? ¿Qué tendrá su corazón, que perdona y se compadece de este mundo? ¿Cómo conoce nuestros pensamientos, lo que hacemos en secreto, y vernos en los instantes en que caemos en pecado, en los minutos de ira y maldad, en los momentos de irritación y presunción orgullosa - y amarnos más de lo que es capaz cualquiera de entre los vivos?

¿Cómo responderemos a su Amor? A su decisión de venir a éste mundo y aceptar para si, la muerte humana, por motivo del pueblo ¿Qué amor debemos alimentar, educar, en nosotros mismos, que pueda asemejarse, aunque sea un poco, a su magnánimo Amor? Cuan necesario es observar para nosotros, que Él viene a nuestro corazón, donde no existe tanto dolor y aflicción, cómo ha existido hace dos mil años en éste mundo, con sus hábitos de cinismo y corrupción, de mentira y traición.

Seamos vigilantes, hermanos y hermanas, recordemos a Aquel, Quien ha venido aquí por nosotros, y ha muerto por nosotros. Tengámoslo siempre en el corazón, pues es necesario que habite en nuestros corazones, cuales a menudo se encuentran cerrados para Él. Apresurémonos a preparar nuestros corazones, purifiquémoslos con ayuno, confesión y la Santa Comunión, como una casa, como un templo, como el refugio para el desposeído Divino Cristo Niño, para Quien ha sido encontrado un lugar, sólo en una gruta pobre. Para que al venir, encuentre su casa aseada, limpia y no se entristezca por causa de su creación.

Insto a todos vosotros, a asemejarme a los Reyes Magos de oriente, quienes han acudido de países lejanos, sólo para verlo. Insto a vosotros, a guardar en el corazón y el entendimiento, este gran acontecimiento de la Natividad, que el recuerdo de esto no los abandone nunca, y que la venida de Dios al mundo, y el objetivo de esta venida - la salvación del género humano - se convierta en el punto de partida de todos vuestros pensamientos y obras, en la toma de decisiones, en vuestros juicios y emociones. Que el recuerdo de la Natividad, y por causa de ella, de la futura Crucifixión y Resurrección, sea como un timón a lo largo de vuestras vidas cristianas, purifique vuestras almas y los preparare para la comprensión de Dios en toda su esencia.

Amén.

+Arzobispo Tikhon de Omsk y Siberia

Presidente del Sínodo Episcopal de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa Rusa

Natividad de Cristo 2011/2012

http://vladimirskaya.blogspot.com/2012/ ... vidad.html

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